jueves, 1 de marzo de 2012

La catarata domesticada


Cuerpos separados que se encuentran
horas que se espesan en la ausencia.
Piel erizada por la promesa sugerida
ropajes que nunca acaban de caer.
 
Una puerta se entreabre temerosa
en busca del rictus de tus labios,
de la ansiada señal que abra
el paraíso prohibido de mis sueños
 
El borroso perfil de tu cuerpo
se dibuja entre agua y vahos;
el ébano claro de tu piel
desliza la espuma que blanca se recorta
 
La mano que otras veces me busca
aparta el telón de agua, y tu sonrisa
limpia y blanca, me invita
a sumergirme en el descanso mojado.
 
Desnudo entro, desnuda me recibes.
Mis manos cobran vida propia
Buscan rincones intactos en
la lozanía de tu mapa.
 
La película de agua
que resbala hacia el suelo
tras haber cubierto y lamido
cada una de tus estribaciones
 
El aire que te envuelve
apoderándose de aquello que yo
querría más que nada
y que se alza como barrera
 
Mi estilete que se afila
respondiendo a los ecos
de la vieja llamada
que se hace voz en tu caverna
 
Labios que se agreden
buscando apaciguar esta lucha
lenguas que se enroscan
sobre lenguas que se buscan
 
Ansias nunca apaciguadas
movimientos sabios siempre nuevos
ímpetus que chocan en tus ímpetus
llamas que arden bajo el agua
 
Coreografía de amor vertical
bajo la catarata domesticada
giros de cuerpos centrípetos
centrifugando un amor animal
 
Me ofreces la extensión vasta de tu espalda,
allí donde puedo perderme
y quiero ser el agua misma
y escurrirme por entre el desfiladero
 
Espalda que recorren ojos y manos
y boca y lengua y piel y sueños
Punto de fuga y de encuentro
punto de cielo y mi infierno
 
La luna partida de tus nalgas,
la llena redondez de mi destino,
inmediato y cierto, como la dureza de mi sangre
que llena el arrebato
 
Arco formado por piernas que se abren
Termópilas hollada con torpeza
injerto de mi piel en tus adentros,
calor de llama que me quema.
 
Vaivén en la locura que me embarga,
surtidores de agua repentinos
sonidos de charcos violentados
pulsiones de golpes tan divinos.
 

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