viernes, 27 de abril de 2012

La Tribu más amenazada de la Tierra: los Awás

Muchos de los awás de Brasil aún viven aislados y están huyendo para salvar sus vidas.
Una oleada de madereros ilegales, colonos y ganaderos ha invadido sus tierras.
El tiempo se acaba.

Los awás son un pueblo indígena nómada y cazador-recolector del este de la Amazonia. Hay pequeños grupos de awás que no tienen ningún contacto con foráneos; probablemente sean los supervivientes de masacres, y todavía están en grave peligro de sufrir ataques violentos a manos de los que invaden su selva.

El espectacular filón de recursos subterráneos de Brasil ha ayudado a impulsar su milagro económico. Tan solo bajo la mina de Carajás, 600 km al oeste del territorio awá, hay siete mil millones de toneladas de mineral de hierro. Es la mina de hierro más grande del planeta. Trenes de más de dos km de longitud, unos de los más largos del mundo, recorren día y noche el trayecto entre la mina y el océano Atlántico. A su paso circulan a tan solo algunos metros de distancia de la selva en la que aún viven los awás no contactados.

Cuando en los años 80 se construyeron los 900 km de esta vía ferroviaria, las autoridades decidieron contactar y sedentarizar a muchos awás a través de cuyas tierras pasaba el tren. Pronto tuvo lugar el desastre en forma de malaria y gripe: de las 91 personas que conformaban una comunidad, solo 25 seguían con vida cuatro años después.

En la actualidad el ferrocarril trae a foráneos hambrientos de tierra, de trabajo y de la accesible caza furtiva en el territorio de los indígenas.

Pero los colonos invasores no tienen por qué ser el fin de los awás. Otros pueblos indígenas de Brasil, como los yanomamis, también han sufrido devastadoras invasiones. Se recuperaron cuando el Gobierno se vio presionado a tomar medidas para proteger sus tierras.

Los awás aislados siempre se están trasladando de un territorio de caza a otro. Pero ahora tienen otro motivo para seguir moviéndose.

No son solo los awás los que aprecian los monumentales árboles de la selva: su territorio está protegido legalmente, pero las bandas criminales de madereros ganan mucho dinero aquí. Solo la resistencia de los indígenas y la llegada de la estación lluviosa ralentiza su avance; el Gobierno apenas tiene presencia en la frontera.

Pero cuando las lluvias cesan, los madereros aceleran su actividad y los ganaderos queman aún más de la selva de los awás. Las columnas de humo negro se elevan sobre las copas de los árboles y oscurecen el sol. La selva crepita y arde: parece el fin de los días.

Entrad en el link de abajo y actuad. Dadles esperanza.

http://www.survival.es/awa

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